La tarde del viernes 28 de abril Utrera se engalanaba de celeste y blanco, banderines, guirnaldas, banderas y balcones con retratos de la patrona de la ciudad. El calor iba amainando conforme se acercaban las siete de la tarde. El Santuario de Consolación iba llenándose poco a poco, desde la puerta se observaba el vaivén de los abanicos de papel con la Virgen de Consolación impresa en ellos, de fondo, la auténtica Patrona de Utrera contemplaba desde su altar a todos los asistentes que allí se concentraban para venerarla en la primera eucaristía en su honor, al dar el reloj las siete, el párroco del Santuario, Joaquín Reina, iniciaba la misa del primer día del primer Triduo Itinerante en honor a la Virgen de Consolación.

La Hermandad de la Virgen de Consolación Coronada propuso esta idea de «bajar» a la Virgen de Consolación a su pueblo, a su tierra, cada cuatro años, para visitar a lo largo de tres días, previos a su día grande el 1 de mayo, todas las iglesias, parroquias y capillas de la ciudad en este primer Triduo Itinerante que abarcó desde la tarde del viernes 28 de abril hasta la tarde de 1 de mayo. Los horarios en principio iban a ser a primera hora de la tarde, pero debido a la ola de calor que asoló toda la campiña del Guadalquivir justo ese fin de semana, la Hermandad propuso aplazar los horarios para evitar las temperaturas sofocantes y que así la ciudad pudiera ver a su Patrona en su ir y venir por las calles de Utrera.

El primer día la Virgen de Consolación salió desde su casa, el Santuario que lleva su nombre, pasadas las 20.30h de la tarde, un poco de retraso que el cortejo supo redimir acelerando el paso en el Paseo de Consolación y posteriormente por el parque del mismo nombre para llegar al geriátrico casi al tocar el reloj las nueve de la noche y visitar así a nuestros mayores. Allí, el coro de Amigas de Utrera recibió a la Virgen con una Salve y sevillanas en su honor, para luego proseguir con su camino rumbo a su primera parada nocturna, la parroquia de San José, no sin antes pasar por la capilla de la Virgen de Fátima.

El segundo día el itinerario fue el mismo, a las 19h la parroquia de San José congregó a varios utreranos y utreranas que acudieron a escuchar la segunda eucaristía para la Virgen de Consolación. Era 29 de abril y segundo día del Triduo Itinerante. A la hora, la Virgen de Consolación, vestida de blanco y dorado, fue en andas hasta el Ayuntamiento, donde la saetera Consolación Segovia le cantó desde el balcón principal la plegaria a la Virgen de Consolación del artista utrerano Enrique Montoya. Todo era silencio y expectación. Al finalizar el cante, la misma Consolación lanzó el inicio de la petalada que la Patrona recibió con la corporación municipal al frente del consistorio y los aplausos del público ante semejante espectáculo.

El camino que seguía era largo, la Patrona de Utrera visitó la capilla de San Bartolomé, la capilla del Carmen, la Capilla de los Dolores (Hermanas de la Cruz) y la capilla de la Trinidad antes de llegar finalmente a su segundo destino. Esa última noche de abril, la Virgen de Consolación pernoctó en la parroquia de Santiago.

Ya el domingo 30 de abril, caía la tarde en la parroquia de Santiago, creando un contraste de luces en la fachada del edificio que iluminaba el de naranja el manto blanco de la Patrona de Utrera a su salida pasados pocos minutos de las ocho de la tarde, tras la tercera misa del tercer día del Triduo Itinerante, de Santiago el Mayor. No dio tiempo a observarla demasiado, pues rápidamente y en andas, la del «barquito en la mano» entró por la estrecha puerta de la capilla de las Madres Carmelitas. Las monjas del convento de clausura de Utrera la recibieron con emoción y alzaron sus voces para entonar melodías en honor a la Patrona que había ido a visitarlas. Al acabar la visita, con la capilla a rebosar, la Virgen giró sobre si para poner rumbo a la calle Doctor Pastor, debía emprender su camino hasta la parroquia de Santa María, su última parada.

Y llegó la mañana del 1 de mayo, el día grande de nuestra Patrona. El 1 de mayo de 2023 se celebraba el fin del primer Triduo Itinerante y lo más importante, el 59º aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen de Consolación, presente en Utrera desde 1507. A las 9.30h empezaba la misa en la parroquia de Santa María y pasadas las 11h estaba la Virgen fuera, ya en su trono, en su paso habitual, acompañada de no una, sino cuatro cuadrillas de costaleros dispuestos a llevarla por toda la ciudad hasta su recogida en el Santuario de Consolación, su casa.

El 1 de mayo fue un torbellino de emociones. Por cada calle que la Patrona, vestida ya con su traje azul oscuro y bordados dorados, su manto habitual, la emoción y el cante se desbordaba. Cada cuadrilla de costaleros deseaba mecerla más, cada asociación, hermandad o vecinos que la veían querían dedicarle un cante, un baile o un aplauso. Tras pasar por la iglesia de San Francisco, última parada obligada este día, la Virgen enfiló por la calle que lleva su nombre, y como todos la conocemos, «calle Ancha», aquello duró horas. La Patrona no daba un paso sin recibir devoción a cambio, lo que produjo un retraso considerable en el recorrido, convirtiendo el 1 de mayo en el itinerario más largo con cinco horas y media de procesión en las calles.

Por este retraso, la Virgen llegó a las puertas de su Santuario casi a las cuatro y media de la tarde, con el sol apretando sobre las cabezas de los vecinos que la observaban pasar, con los cuerpos de los costaleros a la vista, pues el calor impedía llevar el paso con el manto bajado. Los abanicos acompañaron a la estampa de la Virgen a su paso por el Paseo de Consolación, ya en ruta de vuelta, con una breve parada a las puertas de la Hermandad del Rocío, con la marcha «Rocío» de fondo para conseguir, pese al calor, que se erizasen los vellos. A las 16.30h, con el repique de campanas y la marcha real sonando, la Patrona de Utrera volvió a casa, con el cariño y la devoción de su pueblo.