José Antonio Cabrera. Aún recuerdo hace ya 16 años cuando terminé la carrera de Enfermería lo contento que estaba, quería salvar del mundo, ayudar y sobretodo sentir que era útil para la sociedad. Cuando terminas una carrera sanitaria siendo tan joven normalmente tienes la vocación en unos niveles extraordinariamente altos y útiles para la sanidad y sus pacientes. Pero sales al mercado laboral y te das de bruces con la primera pared de realidad, el trabajo lo tendrás que buscar a cientos o miles de kilómetros de la familia y amigos, te separas de un plumazo de tu círculo de confort para trabajar cuidando a personas que están pasando por un momento duro para su salud.
Pasas por diferentes plantas y servicios, pasas por diferentes especialidades, pasas por diferentes hospitales, pasas por diferentes ciudades, comunidades autónomas e incluso te puedes ver obligado a tener que trabajar en otro idioma. El problema es que te hacen pasar por tantos sitios con diferentes horarios, diferentes compañeros y compañeras, diferentes costumbres y prácticas sanitarias que algunas son evidentemente iguales las hagas donde las hagas, pero otras muchas van acompañadas de costumbres y manías, teniéndote que enfrentar diariamente con la frase que cae como un ladrillo “es que aquí lo hacemos así”, en ese momento todo lo que has aprendido cae como una losa al suelo, todos los conocimientos que vas adquiriendo a lo largo de los años con tantos servicios, especialidades, áreas y plantas se va perdiendo en el camino. Gastas dinero en formación por que estas unos meses en la misma planta y quieres ser más útil, pero luego de buenas a primeras te cambian de lugar o simplemente vuelves al paro y todo lo que aprendiste con el tiempo se guarda en el baúl del conocimiento sanitario que se degrada por momentos y que ya nunca lo vuelves a usar.
Tanto invertido económicamente, en kilómetros, tiempo, paciencia, en tu futuro profesional,… pero todo esto no importa si no puedes hacer bien tu trabajo, puedo perder todo esto pero no quiero perder mi vocación. La vocación para el personal sanitario es fundamental, es la que te hace que hagas bien tu trabajo entre otras cosas. El trabajo sanitario está rodeado de enfermedades, dolor, pena, muerte en muchas ocasiones y la vocación es lo que te hace no perder el norte, es la que te hace ser “humano” en condiciones “inhumanas” aunque todo esto sea parte de nuestra vida profesional.
Poco a poco, lentamente, sin darnos cuenta, la vocación nos la van robando. Los servicios sanitarios cada vez con menos personal, los contratos cada vez más precarios, la disponibilidad acercándose a las 24 horas al día, recuerdo perfectamente, porque aún lo seguimos sufriendo, la angustia de la llamada de trabajo que no llega, la sensación de no saber a dónde iras a trabajar mañana y si podrás hacerlo en un horario que muchas veces no sabes unas horas antes. Cuando no eres padre o madre lo puedes llevar un poco mejor pero cuando hay hijos o hijas en la casa es todo un problema familiar.
Y cada vez más asignaciones de “jefes” en los hospitales públicos y menos “indios” atendiendo a los pacientes, que son los que verdaderamente son necesarios. La sanidad pública cada día más deteriorada y más inversión derivando a los hospitales privados donde las condiciones laborales son mucho peores. Nos están vendiendo la sanidad pública a un coste muy barato, a cambio nos están robando la vocación, el personal sanitario está rozando la esclavitud laboral, igual puede sonar duro oírlo, pero acercándome a los 40 años, lo único que me queda por salvar es mi vocación, si no nos la roban aun estamos a tiempo de solucionar todo lo demás. Un pilar fundamental de la sanidad es la vocación de sus profesionales, si su personal no la tiene estamos condenados a sufrir una sanidad pública de baja calidad y esto solo se soluciona cuidando al cuidador. Si no los cuidamos muy pronto o tenemos suficiente dinero para pagarlo o recibiremos la vocación deteriorada de un personal que está pidiendo a gritos que no se la roben.
Atentamente, un enfermero que no quiere que le roben su vocación.
Por una sanidad pública y de calidad, para los usuarios y el personal.