ESTE JUEVES EN LA BIBLIOTECA MUNICIPAL, LA POESÍA SEVILLANA PROTAGONISTA DEL ENCUENTRO LITERARIO

28/10/2014

La Biblioteca Municipal será el escenario en el que el próximo jueves, 30 de octubre, tenga lugar el encuentro literario con los autores Lola Terol, María Ruiz Ocaña y Francisco Barrionuevo, que serán presentados por María Fernández Muñoz. Será en el salón de actos a las 19:00 horas.
 

“3 poetas sevillanos” (La Llave de Plata. Sevilla, 2012), compila el trabajo de tres autores que, durante un tiempo, han compartido sus tareas y experiencias líricas en el taller de poesía de la escuela andaluza “Escribes”. Antonio Rivero Taravillo, maestro de todos ellos e impulsor de este florilegio, afirma en su prefacio, que los textos seleccionados son “excelentes muestras de la buena poesía que se está escribiendo en este momento en Sevilla, y ya sin localismos, en España”.

Lola Terol ceutí del 60, pero sevillana de adopción, abre esta entrega. La originalidad de su verso, radica en el deseo de armonizar las contradicciones que van surgiendo al hilo de los días sucesivos, y en su amplio viaje interior, se descubre, un lenguaje liberado de estridencias con el que afirma la hondura de su realidad. A su vez, hilvana en su obra la compleja asignatura que es la vida, el espacio común donde se entrelazan amores, dichas, desamparos y remembranzas.

María Ruiz Ocaña (Sevilla, 1963), penetra con su decir en  el complejo tejido del universo sensible. Su amor por la palabra, lleva su escritura hasta los límites de lo carnal, de lo espiritual, de la frontera, al cabo, con el lado más humano de la existencia. Se cita con la memoria sin esquivar ni un ápice la verdad y asume en su conciencia el doliente rastro que deja el alma que nunca cicatriza. 

Francisco Barrionuevo (Sevilla, 1943), alterna su profesión de arquitecto, con la sólida construcción de una poesía muy bien armada. Su verbo es gratificante, pues muy pronto el lector puede hallar nexos de complicidad con su cartografía lírica. Su cántico tiene el sabor del regreso, de la distancia pretérita, del agua escondida que convoca a los que están y a los que se fueron. Queda espacio, también,  para aquellos sentimientos que tornaron la pureza en codicia, que transformaron el amor en duelo, que hicieron de los días más claros, noche oscura del corazón.

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