El alcalde del PP redobla la propaganda encubierta y su desprecio a los barrios mostrando su verdadera cara: la del abandono, la revancha y la mentira institucionalizada.

El PSOE de Utrera denuncia el abandono absoluto del proyecto de reurbanización de San Juan Bosco y La Vereda, paralizado desde hace más de dos años por decisión directa del alcalde del PP, Francisco Jiménez Morales, mientras lanza anuncios sobre futuras obras como si el desastre actual no existiera.
El último montaje propagandístico ha sido la licitación del estudio para la redacción del proyecto de urbanización en los terrenos de la antigua plaza de toros: una plaza ajardinada y un aparcamiento subterráneo. Lo presenta como si estuviera a punto de empezar, mientras mantiene convertida en una trinchera urbana una de las principales avenidas de la ciudad. San Juan Bosco y La Vereda permanecen en estado de ruina, con calles levantadas, polvo, escombros y una absoluta falta de soluciones reales.

La obra fue financiada con 2,5 millones de euros procedentes de fondos europeos. Contaba con proyecto redactado, informes técnicos favorables y adjudicación aprobada. La única decisión que se tomó desde el despacho de Francisco Jiménez fue la de dejarla morir. El resultado: la pérdida de la mayor subvención urbana de la historia de Utrera y una zona clave de la ciudad convertida en un ejemplo perfecto de lo que ocurre cuando gobierna el capricho.
Los vecinos de San Juan Bosco y Coca de la Piñera siguen sufriendo las consecuencias. Pasos de peatones improvisados, inseguros, mal señalizados. Barreras físicas para mayores, niños y personas con movilidad reducida. Un entorno donde la circulación peatonal es peligrosa, y donde la eliminación del conjunto semafórico en la confluencia con Curro Guillén y la Avenida del Matadero ha agravado aún más el riesgo y la incertidumbre. La seguridad vial, como tantas otras cosas en esta ciudad, ha desaparecido del radar del alcalde.
Y mientras todo esto ocurre, Francisco Jiménez se dedica a vender como inminente lo que ni siquiera ha comenzado. El solar de la antigua plaza de toros, donde ahora pretende impulsar un aparcamiento subterráneo, lleva más de un año con un coche calcinado abandonado junto al cerramiento. A pesar de que el Ayuntamiento cuenta con un depósito municipal para este tipo de vehículos —pagado con fondos públicos—, el coche sigue ahí, visible para cualquiera que pase. No es una anécdota: es el reflejo del estado real del municipio. Espacios públicos abandonados, imagen de dejadez institucional y falta de cuidado por lo común.
Lo preocupante no es solo el abandono físico, sino el modelo de ciudad que se esconde detrás de estos anuncios. Nada se ha aclarado sobre cómo se va a gestionar el futuro aparcamiento, si será de titularidad pública o entregado a intereses privados mediante concesión. El PSOE de Utrera ya viene advirtiendo de esta deriva con el caso de la zona azul, actualmente en fase de licitación, donde existe el riesgo de que los beneficios derivados del uso del espacio urbano terminen en manos de empresas privadas, en lugar de revertir en servicios, mantenimiento y mejoras para los propios utreranos. Esta tendencia a convertir lo público en negocio privado sin retorno social amenaza con consolidarse como la norma bajo el mandato del Partido Popular.

Utrera no avanza porque quienes hoy la gobiernan no creen en lo público, no respetan lo construido y no sienten ningún compromiso con sus vecinos. Solo saben destruir lo que hicieron otros, paralizar lo que no les conviene y vender como novedad lo que ni siquiera saben cómo ejecutar. Lo que antes fue un proyecto colectivo ahora es una ciudad detenida en seco, rehén del ego y el cálculo político de un alcalde que antepone su revancha personal a las necesidades reales de la gente.
Lo que está ocurriendo en Utrera no es fruto de la improvisación, es el resultado de una estrategia deliberada de propaganda sin gestión, de castigo al legado ajeno y de sumisión a intereses particulares. Frente a todo eso, el PSOE de Utrera seguirá señalando lo que otros quieren ocultar: que esta ciudad no puede permitirse seguir siendo víctima del sectarismo, de la parálisis y de la mentira. Y si algo le falta hoy a Utrera no son más planos ni más promesas; lo que le falta es rumbo, lo que necesita es dignidad institucional, y lo que claramente le sobra es este alcalde.